El Día de la Madre ya se festejaba en la Antigua Grecia como un tributo a Rhea, la madre de Zeus, Poseidón y Hades, junto a otros dioses. Después los romanos adaptaron esta celebración y la fijaron en el 15 de marzo bautizándola como la Hilaria y sirviendo como inicio de tres jornadas de ofrecimientos en el templo de Cibeles. Tras ellos, los cristianos volvieron a darle un giro a la celebración y la convirtieron en una fiesta en honor a la Madre de Dios.
Además del significado de la celebración la fecha también ha ido sufriendo modificaciones conforme han ido pasando los siglos. De hecho, en el siglo XVII comenzó a celebrarse el cuarto domingo de Pascua haciendo ofrendas a la Iglesia Madre.
Sin embargo, para llegar a lo que celebramos hoy como el Día de la Madre hay que remontarse hasta Boston en 1870 cuando una activista llamada Julia Ward Howe decidió organizar una manifestación pacífica y una celebración religiosa donde invitó a las madres víctimas de la guerra de Secesión americana. El éxito de la manifestación hizo que Anna Reeves Jarvis en 1908 intentara hacer oficial el día con una campaña a nivel nacional. ¿Por qué el segundo domingo de mayo? Porque era el aniversario del fallecimiento de su madre. Anna Reeves escribió a personalidades influyentes para que hicieran caso a su petición.
El Día de la Madre empezó a celebrarse en España el primer domingo de mayo, así como en Hungría, Lituania, Portugal o Sudáfrica, para separar las conmemoraciones y poner énfasis en el valor Mariano del mes de mayo, que es cuando cambian las flores y todo se renueva.
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